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Crítica: «Los Miserables»

23 Ene
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Víctima de un director menor

Dirección: Tom Hooper

Guión: William Nicholson. Basado en el musical de Claude-Michel Schönberg, Alain Boublil, Jean-Marc Natel, Herbert Kretzmer y James Fenton basado en la obra de Víctor Hugo

Reparto: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Amanda Seyfried, Aaron Tveit, Sacha Baron Cohen, Helena Bonham Carter, Daniel Huttlestone, Isabelle Allen , Colm Wilkinson Fotografía: Danny Cohen

Montaje: Chris Dickens, Melanie Ann Oliver

Música: Claude-Michel Schönberg

Dirección artística: Eve Stewart

Productores: Cameron Mackintosh, Debra Hayward, Eric Fellner, Tim Bevan

Productores ejecutivos: Liza Chasin, Angela Morrison

Productora: Working Title Films, Cameron Mackintosh Ltd.

Distribución: Universal Pictures International Spain

Los Miserables es un proyecto mastodóntico que ha tardado décadas en llevarse a cabo. Quizás el temor a no cumplir las altas expectaticas haya sido una losa demasiado grande para sus responsables repercutiendo todo ello en el hombre que, finalmente, lo ha conseguido llevar a cabo, el británico y ganador de un (injustísimo) Oscar Tom Hooper.

Estamos hablando de uno de los musicales de más éxito de la historia, basado a su vez en una de las obras literarias más importantes de todos los tiempos y que cuenta con toda una legión de seguidores. Todo lo anterior amilana a casi cualquiera y con Hooper a buena fé que lo ha conseguido. Así, el británico construye su discurso visual en torno al primer plano perpetuo. Está muy bien eso de extraer la máxima emoción del elenco interpretativo y dejar que se luzcan a través de una dirección que pase desapercibida, pero no a costa de no satisfacer las verdaderas necesidades de la historia. La trama que enfrenta a Valjean con Javert es íntima, desgarradora y con un fuerte componente emocional y el camino elegido por Hooper le va como anillo al dedo. El problema llega cuando los diferentes meandros de la historia desembocan en la revolución de 1830, es ahí cuando Hooper debería desplegar toda la artillería y extraer el jugo a la épica del relato, y donde fracasa estrepitosamente. El británico se empecina en el uso de movimientos de cámara aparatosos y cuestionables sumados a los continuos primeros planos y las combinaciones de picados y contrapicados, derivando todo ello en una puesta en escena bastante cuestionable y desperdiciando una dirección artística excelente, al menos por lo que se deja intuir.

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La historia, en ocasiones, tampoco ayuda, tornándose en un mecanismo demasiado simple y con personajes que superan la catalogación de mero estereotipo así como situaciones (todo lo que rodea la historia de amor) que no van más allá del tópico. Taras seguramente derivadas de su versión teatral, todo sea dicho, pero que quizás se hubieran solucionado con la ayuda de un guionista menos perezoso y que no se limitara a transcribir los números musicales en lugar de intentar aportar líneas de diálogo que contribuyeran a enriquecer, matizar y contextualizar la historia. No en vano, el 99.9 % de los diálogos de la película son cantados.

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El montaje tampoco ayuda debido a la nula transición entre escenas, haciéndose la edición demasiado patente y provocando que la historia no discurra con la adecuada fluidez.

Por suerte para el film, Hooper no desperdicia todo el potencial de la obra original y consigue momentos que consiguen dejar un imborrable poso emocional. Ahí tenemos el colosal inicio, el celebrado «I dreamed a dream» interpretado por Hathaway (uno de los escasos momentos donde la puesta en escena, la interpretación y la historia van de la mano para componer una secuencia sobrecogedora y que, a buen seguro, le deparará a Hathaway su primer Oscar) o el número que cierra la historia. Son los intérpretes, todos y cada uno de ellos, los que elevan la cinta y consiguen que se acerque a esa pretendida grandiosidad que nunca llega, los que hacen que de verdad valga la pena pasar por taquilla. Es ahí donde se nota que Hooper se lo ha currado al menos un poquito, extrayendo lo mejor de todos y cada uno de los intérpretes.

Les Miserables

Los miserables es una película que llega, emociona y por momentos encomiable pero se queda lejos de unas expectativas que quizás estaban demasiado altas. Se queda lejos de la obra maestra que aspiraba ser para ofrecernos un notable y arriesgado espectáculo musical.

 
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Publicado por en 23 enero, 2013 en Crítica

 

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